...
Tarot Espiritual

Tarot del Amor:

El Tarot lleva entre nosotros más tiempo del que solemos recordar. Aparece en ferias, se cuela en charlas de madrugada o simplemente surge cuando una duda —esa que no suelta— pide respuesta. No son solo cartas. O no exactamente. Tienen algo que invita a mirarse hacia dentro.

Cuando toca hablar del amor, el Tarot afina distinto. No lanza respuestas al tuntún; más bien plantea preguntas. De las que incomodan. De las que invitan a pensar si estamos donde creemos estar.

La simbología del Tarot en el amor
Cada carta cuenta algo. A su manera. Una mirada, un gesto, una escena congelada. Cuando se habla de relaciones, ese lenguaje se vuelve más personal. Más agudo, incluso.

«Los Enamorados», por ejemplo, no siempre traen un cuento de hadas. A veces apuntan a esa duda que no termina de resolverse. O a una decisión que no se quiere tomar. La energía cambia. Se siente.

Por eso el Tarot no predice. Refleja. Y no siempre apetece mirar ese reflejo, pero ahí está. Diciendo lo que ya se intuía.

Una Mirada a las Cartas Clave

Dentro del mazo, hay cartas que dejan huella. «La Emperatriz», por ejemplo. Si aparece, puede que haya amor del bueno. Algo que crece, que se cuida, que tiene tierra fértil para florecer.

En cambio, si sale «La Torre», el mensaje es claro: algo se rompe. Tal vez ya estaba roto. O necesitaba romperse. Da igual. La sacudida es parte del proceso.

Y cuando aparece «El Sol», llega el alivio. Habla de momentos fáciles. De estar a gusto. Sin ruido. Solo dos personas que encajan sin esfuerzo.

Cada carta, con luz o con sombra, hace que uno se mire por dentro. Sin escapatoria.

El Arte de la Lectura

Leer el Tarot no es recitar manuales. Es estar presente. Sentir lo que pasa entre quien pregunta y lo que las cartas, en ese instante concreto, muestran.

No se trata solo de mirar. Hay que escuchar. Porque cada persona llega con su historia arrastrada. Con su amor a medias. Con su miedo callado.

Y lo más importante: el Tarot no manda. Solo sugiere. La decisión, como casi siempre en la vida, es nuestra.

Reflexiones Finales

El Tarot del amor no es un acto de magia. Pero a veces se le parece.

No da certezas, pero sí cambia el ángulo desde el que miramos. Remueve. Obliga a parar. A reconocer lo que sentimos, o lo que llevamos esquivando un rato.

Y en estos tiempos de prisas y notificaciones constantes, eso ya es mucho.

Si logra ayudarte a entender lo que sientes —o lo que no sabes si sientes—, entonces sí: es una herramienta valiosa.

 

Categories:

No responses yet

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *