¿Qué es el tarot evolutivo?
Vale. Vamos a hablar claro. ¿Nunca te ha pasado que por más que cambias de sitio, de trabajo, incluso de pareja… terminas en el mismo punto emocional? Esa sensación rara de “esto ya lo he vivido”, pero no en plan mágico, sino en plan “otra vez estoy aquí”. Como si el universo se emperrara en repetirte la lección hasta que la aprendes.
Pues ahí, justo ahí, entra el tarot evolutivo.
No es magia, ni brujería. No tiene nada que ver con predecir si el mes que viene conocerás al amor de tu vida o si deberías jugar el 17 en la lotería. Es otra cosa. Algo más parecido a una conversación contigo. Pero sin filtros. Sin excusas. Sin máscaras.
Te sientas. Se reparten las cartas. Y lo que aparece no es casualidad. No porque alguien lo controle, sino porque tú —sin saberlo— llevas dentro las preguntas correctas. Y las cartas, vaya, tienen una manera rara y directa de ponerte un espejo delante.
Lo ves y, a veces, te molesta. Otras te calma. Pero casi siempre… te hace pensar.
El tarot evolutivo no quiere darte respuestas cerradas. Ni consejos tipo receta. Quiere que mires. Que entiendas por qué estás en ese bucle. Qué parte de ti sigue atada a algo que ya pasó. Qué herida no terminaste de cerrar. Qué decisión evitas tomar por miedo, o por costumbre.
No es cómodo. Pero es honesto.
¿Te dice el futuro? No. Pero te ayuda a decidir el presente con más conciencia. Y eso, créeme, vale mucho más.
No tienes que creer en nada raro. Solo necesitas querer entenderte. Porque a veces, con una imagen, una frase, o una carta… se abre una puerta que llevaba años cerrada.
Y ahí empieza el cambio.
