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Tirada de Runas: historia, práctica y significado

Un comienzo que no siempre se cuenta

La primera vez que uno se enfrenta a una Tirada de Runas no es tan espectacular como muestran en las películas. No hay truenos ni luces místicas; más bien, un silencio raro, casi incómodo, antes de empezar. Y entonces, sin que te des cuenta, te preguntas si de verdad quieres saber la respuesta. Porque estas piezas pequeñas, tan simples a la vista, no adornan la verdad; la dejan caer como un golpe seco.

Por lo que sabemos, nacieron entre pueblos germánicos hace más de dos milenios. Las tallaban en madera, piedra o hueso, con trazos angulosos que facilitaban el grabado. Pero lo curioso es que no eran solo “letras”: funcionaban como protección, como aviso, incluso como bendición.

Odín, Kettil y otras historias para elegir

Si preguntamos a un historiador, nos dirá que las runas son un alfabeto antiguo. Pero si se lo preguntamos a un viejo contador de leyendas, probablemente hable de Odín. Según la tradición, este dios se colgó del árbol Yggdrasil, nueve noches, sin comer ni beber, hasta que la sabiduría de las runas le fue revelada. Un acto de locura o de sacrificio, según se mire.

Luego está Kettil Runske, personaje menos divino y más pícaro, que robó tres bastones rúnicos y los trajo a los humanos. Dos orígenes distintos para un mismo misterio. Elige el que más te guste; ambos tienen algo de verdad y mucho de mito.

De un alfabeto sagrado a un arte personal

El Elder Futhark, el más antiguo, contaba con 24 símbolos. Con el paso del tiempo, se redujo y adaptó: Younger Futhark, variantes medievales… y así, hasta quedar relegadas a piedras conmemorativas o amuletos. Lo que antes servía para escribir y para conjurar, hoy sobrevive como herramienta de introspección.

Quién puede hacer una Tirada de Runas

Hace siglos, eran chamanes o líderes espirituales quienes realizaban la lectura. Ahora, cualquiera con paciencia, respeto y curiosidad puede hacerlo. No se trata de adivinar un destino grabado en piedra, sino de obtener una perspectiva distinta. La Tirada de Runas funciona como un espejo que te obliga a mirar lo que quizá estabas evitando.

El momento de lanzar

No hay un único modo. Lo habitual es tener un conjunto de runas —piedra, madera, cristal, lo que prefieras— y un paño que actúe de superficie. Se formula la pregunta, se agitan en una bolsa o entre las manos y… se dejan caer. A veces, solo se leen las que quedan boca arriba; otras, todas. La posición, incluso si aparecen invertidas, modifica el significado.

En cualquier Tirada de Runas, la interpretación es tanto técnica como intuitiva; no basta con conocer los símbolos, hay que dejar que el significado te hable.

Cuando cada símbolo habla

Fehu trae consigo ideas de riqueza y esfuerzo; Uruz, fuerza y resistencia; Ansuz habla de comunicación e inspiración; Gebo, de unión y reciprocidad; Wunjo, de alegría y satisfacción. Leídas en conjunto, forman una especie de mapa simbólico. No dicen “haz esto” o “ve allí”, pero te empujan a mirar en una dirección. Y, a veces, eso es justo lo que se necesita para que una Tirada de Runas tenga sentido real.