...

La pata de conejo: un amuleto con historia y un punto raro

¿Por qué se usa la pata de conejo como amuleto?

Mira, hay cosas que se arrastran sin que uno sepa muy bien por qué. La pata de conejo es de esas. Se dice que da suerte, sí, pero también se le han colgado otros significados: protección, fertilidad… lo típico que va cambiando según quién lo cuente. Y claro, con los conejos siempre se ha pensado en lo abundante, en lo fértil. No hay que dar muchas vueltas.

Me viene a la cabeza un vecino que tenía una, azul eléctrico, colgando en el coche. Él juraba que desde que la llevaba no había tenido un solo accidente. ¿Será verdad? ¿Casualidad? Ni idea. Pero él lo decía con tal seguridad que… pues oye, se le creía.

¿De dónde sale todo esto?

No es nuevo, para nada. Los celtas ya veían a los conejos como animales conectados con lo que había bajo tierra. Lo invisible, lo misterioso. Y de ahí a cortar una pata y guardarla, había un paso. Raro, sí, pero en su tiempo parecía lógico.

Más tarde la costumbre se mezcló en América con las creencias africanas y nativas. Cada grupo le dio su toque: para unos era contra el mal de ojo, para otros simbolizaba la rapidez. Vamos, un batiburrillo que acabó extendiéndose.

¿Quién fue el primero en usarla?

Pues depende de a quién preguntes. Algunos dicen que fueron los druidas, otros hablan de pueblos africanos. Yo creo que no hay un “inventor oficial”. Más bien fue algo que varias culturas cogieron a la vez. Como cuando una canción se hace popular sin que sepas muy bien de dónde salió.

En Estados Unidos, en pleno siglo XIX, ya se vendían patas de conejo en las ferias. De colores chillones, además. Lo mismo que un algodón de azúcar, pero en versión talismán. Muy kitsch, muy de feria.

¿Cómo se usa hoy la pata de conejo?

Pues de muchas maneras, algunas bastante curiosas:

  • Como llavero (sí, ese peludo que parece salido de un bazar barato).
  • En bolsitas pequeñas, escondida en un cajón.
  • Colgada en el retrovisor, como hacía aquel vecino.
  • En la ropa o accesorios, sobre todo en los 70 y 80, cuando se pusieron de moda en colores imposibles.

Y todavía hoy hay gente que, antes de un examen, una cita o una partida de cartas, se la guarda en el bolsillo. No por fe ciega, más bien por eso de… bueno, “por si acaso”.

Un amuleto lleno de contradicciones

Aquí viene lo bueno: hay quienes la ven como un seguro, un calmante; otros como un objeto feo, incluso macabro. Yo, si te soy sincero, lo siento más como un recuerdo antiguo, algo que ya pertenece a otra época. Pero ojo, entiendo esa sensación de cosquilleo, de “mejor lo guardo, que nunca se sabe”.

Y vamos a decirlo claro: ¿quién no ha tenido alguna vez un objeto absurdo que no quería tirar porque… bueno, porque sí?

La pata de conejo sigue ahí. Entre lo entrañable y lo raro, entre lo serio y lo de broma. Y esa mezcla es lo que la mantiene viva en nuestra cabeza.

Categories:

No responses yet

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Recent Comments

No hay comentarios que mostrar.