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Budismo: una mirada cercana

El budismo no es solo un conjunto de enseñanzas antiguas; es también una forma de andar por la vida que mucha gente adopta, a su manera, desde hace más de dos milenios y medio. En esencia, se apoya en observar la mente, cultivar compasión y buscar una serenidad que no depende tanto de lo que pasa fuera.

Qué significa el budismo

La palabra budismo viene de “Buda”, que significa “el que ha despertado”. Habla de despertar del piloto automático, de ver con claridad cómo funciona la mente y el sufrimiento. Para algunos es filosofía; para otros, religión o simplemente una práctica que les ayuda a estar presentes.

Un poco de historia

Nació en el norte de India hacia el siglo V a. C., cuando Siddhartha Gautama —el futuro Buda— se preguntó por qué sufrimos y si había salida. Sus enseñanzas se extendieron por Asia: primero Sri Lanka y el sudeste asiático, luego China, Corea, Japón y Tíbet. Cada cultura le dio su acento: desde el budismo theravada hasta el zen o el tibetano.

Quién lo creó y quiénes lo fundaron

El núcleo lo puso Gautama, un príncipe que dejó su palacio para buscar respuestas. Tras alcanzar la iluminación bajo un árbol bodhi, compartió lo aprendido. Sus discípulos formaron la primera comunidad —el sangha— y conservaron los discursos que después se recopilaron en textos.

Para qué sirve el budismo

Sirve, sobre todo, para entrenar la mente y cultivar cualidades como la calma y la lucidez. Puede ayudar a aliviar el estrés, a relacionarse con uno mismo y con otros de un modo menos reactivo. No promete una vida sin problemas, pero sí otra manera de habitarlos.

Cómo se practica

Hay caminos variados: meditación sentada, recitación, estudio de textos, servicio desinteresado. Algunas personas siguen preceptos éticos (no dañar, hablar con cuidado, etc.), otras se centran en retiros silenciosos o en llevar una atención ligera a las tareas diarias.

Métodos de práctica

Meditación (atención plena, observación de la respiración).

Metta o bondad amorosa, para entrenar la compasión.

Rituales sencillos, como ofrecer flores o luz.

Estudio de discursos del Buda.

Cantos y mantras, que ayudan a enfocar y a recordar la intención.

El día a día desde el budismo

No todo son cojines ni incienso. Vivir el budismo puede ser tan prosaico como lavar los platos notando el agua tibia, o hacer una pausa antes de contestar un mensaje. La clave está en mirar lo que ocurre sin tanto juicio y con un punto de ternura (aunque cueste).

Utensilios habituales y su función

Mala: rosario de 108 cuentas, útil para llevar la cuenta de mantras o respiraciones.

Cuenco tibetano: su vibración marca inicios o finales de meditación.

Estatuas de Buda: recuerdan cualidades a cultivar, no son “ídolos” mágicos.

Incienso: ayuda a crear un ambiente propicio y a simbolizar intención.

Mantras: para qué sirven y algunos ejemplos

Los mantras son fórmulas sonoras que se repiten para centrar la mente o invocar cualidades. No hay una lista cerrada, pero algunos muy usados en el budismo tibetano son:

Om Mani Padme Hum: evoca compasión y sabiduría.

Tayata Om Bekandze Bekandze Maha Bekandze Radza Samudgate Soha: asociado a la sanación.

Om Tare Tuttare Ture Soha: dedicado a Tara, símbolo de protección y rapidez.

Se dice que existen cientos, ligados a diferentes prácticas y linajes. Lo esencial no es acumularlos, sino el enfoque con el que se entonan.

A veces lo más valioso del budismo no está en los templos ni en los libros, sino en ese instante en que uno respira y suelta, aunque sea por un segundo, la prisa.

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